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imageAl segundo día de estar en Cusco llegaron mis interlocutores de este viaje: Chempes y Dani. Los encontré por la tarde recostados sobre un sillón-cama del patio del hostel, algo apunados o, como se dice por acá, con sorocho y tomando unos mates con hojas de coca. Venían de un viaje en avión desde Buenos Aires con escala en Lima, y antes desde La Plata a Ezeiza.
Ese sillón funciona como una especie de camilla de emergencias del hostel. Estuvimos un rato ahí charlando y aclimatándonos a la ciudad. Ellos retrataron ese momento de recién llegados con una foto que publicaron en Facebook. La compasión y la ternura se apoderó de los contactos en esa red social. La misma situación de huéspedes recostados en el sillón-cama/camilla de emergencia la vimos repetir varias veces. No sabemos si también se sacaron alguna foto para dar lástima.

Ese día, pero a la mañana, luego de desayunar en el hostel me preparaba para salir a rondar por la ciudad. Cusco es hermosa para caminarla. Una de las chicas de la recepción me dijo que a las 12 salía de la Plaza Regocijo el Free Walking Tour Cusco. Llegue a la plaza y uno de los guías me arenga al paso para ver sí voy a hacer el tour. Le da unos brazaletes verdes a unas chicas europeas que estaban al lado mío y a mi me deja pagando. Me acerco, el pibe cacha que no soy gringo ni europeo. Siento algo de rechazo de su parte. Le pregunto cuánto dura el tour. Me dice que tres horas. Y le agrega un comentario algo hiriente: «es un tour en inglés y es con propinas, con buenas propinas». Le digo que me de uno de los brazaletes. El agrega un flyer explicativo. En el volante hay una mejor explicación, siempre en inglés, sobre el por qué de la modalidad de las propinas, sobre el por qué e la propuesta. Me siento y espero.

Sobre la fuente de la plaza se fueron juntando viajeros dispuestos al tour. Para mi quedo muy en evidencia que soy el único latinoamericano que será de la partida -luego Luis el otro guía que coordinó el paseo me diría al final que no se había dado cuenta que no era europeo-.
Después de más de veinte minutos de estar sentado, los guías empiezan a llamar a los paseantes. Luis será el guía asignado a este recorrido. Comienza a hablar todo en inglés. Le cacho bastante, hace un año y medio que estoy haciendo cursos básicos de inglés que brinda la UNLP para los docentes. Tengo que poner mis conocimientos a prueba. Ciertos desafíos me incomodan pero en algo me gustan.
El guía habla de que la propuesta es recorrer otros sitios diferentes a los más comunes para los turistas. Habla bastante de no seguir los caminos del turismo tradicional. Habrá en el viaje un poco de eso. De hecho luego de la primera parada culinaria en un lindo restaurant del centro histórico, fugamos para las alturas de la ciudad. En la recorrida no habrá iglesias ni plazas. Tampoco se trata de una inmersión por los barrios de las afueras de Cusco, nada que ver. Habrá si varios lugares clave para contemplar y mirar la ciudad. image

Creo que la propuesta se centra en un relato histórico-económico-antropológico sobre Cusco -en el que se ponen elementos y saberes para pensar la historia y la sociedad peruana: de Mariategui a Galeano, de un cuestionamiento de la conquista y la dominación española hasta la noción de Carl Jung sobre la memoria colectiva, pasando por el concepto lavado del sincretismo- con recorridos por lugares de la ciudad que luego se podrán volver a visitar -ese restaurant donde probamos alpaca, una feria chik con ropa, indumentaria y cosas para el hogar con demostración incluida sobre el proceso para llegar a la «pura baby alpaca», un bar bien arriba de la cuesta san Blas donde probamos pisco sour que da pie para tomar buenos drinkis-.

Ecuación brutal y simplificadora: relato crítico + lugares de disfrute y compras. Una de las cosas más interesantes es que los europeos y yankis se tuvieron que morfar esa parla del guía. No son tarados y creo que muchos saben que es una interpelación a la propia historia colonizadora y al porque de la riqueza de sus países centrales. Luego de la ronda de piscos sour vino el momento de la propina, puse 20 soles. Pude ver que muchos de los otros paseantes, esos y esas de los países europeos también pusieron lo mismo.

Más sobre FWT en: www.fwtperu.com

 

 

 

imageEl viaje en bus de Lima a Cusco fue largo, más de veintidós horas con un atranco en el medio por arreglos en la carretera. Los cortes son pautados por la empresa constructora y la policía es la que se encarga de hacerlos. La parada de poco más de una hora estuvo buena. Al ser atrancos planeados, había muchos vendedores ambulantes alrededor de los micros, camiones, camionetas y autos que estaban la ruta. «Choclo con queso, Choclo con queso mamita», anuncia una seño desde la puerta del bus y levanta así a unos cuantos que no se habían dado cuenta de que habíamos parado.

La espera sobre la ruta fue al lado de una vista impresionante: montañas de la codillera y río. Las personas de los diferentes buses, vans y autos bajamos al río. Algunos a mojar las patas, algunos poquitos hasta se dieron un chapuzón. Algunas parejitas se sacaban fotos. Una chica peruana poso sobre las rocas y su novio le hizo un book de fotos. Una platea improvisada de varios grupos de tipos, en su mayoría jóvenes peruanos, se pusieron a mirarla. Dejaron de hablar, reír y tirar piedras al río. Se detuvieron y sus ojos fueron sólo para la mina.

El bus que se presentaba con un asiento de «180 grados reales» cumplía esa promesa. Además hubo cena y desayuno. También wi fi y pantalla propia de pelis y música. MB. Lo único el frío. Pusieron a la noche y al mango el aire acondicionado. Daban una manta de polar. Fui prevenido, lleve arriba del micro la manta violeta que me había llevado del vuelo aéreo. Esas apropiaciones caseras sirven, a veces, para algo. En este caso para pelear el viento que venía de adentro de bus y evitar un resfrío.

Cuando llegue a la Terminal terrestre de Cusco -una de las tantas terminales de buses de la ciudad- me encontré con los chicos mexicanos que había conocido saliendo del aeropuerto de Lima. Ellos iban en otro bus que también se retrasó. Hablamos de los que íbamos a hacer, ellos tenían ganas de salir directo para el Machu Pichu, les dije que a esa hora me parecía medio tarde. Nos tomamos afuera de la terminal un taxi hasta la Plaza de Armas. En el viaje recién supimos nuestros nombres. «Y a todo esto, cómo te llamas», me pregunto uno.image

Cuando bajamos fuimos una zona de Hostels en el centro histórico, yo tenía una reserva hecha para ese día. Ellos fueron a buscar otro lugar para quedarse en Cusco. Luego de un rato en el hostel Dragonfly, me fui a recorrer el centro histórico. Cusco es una urbanización de más de 3000 años, antiguamente la capital del imperio Inca -desde el 1200 A.C. hasta la llegada de los españoles-, luego una de las ciudad donde se acentó el virreinato del Perú y la dominación española, por entonces lugar de levantamientos indígenas y de matanzas de estos en la Plaza de Armas. Hoy además de una «ciudad patrimonio de la humanidad por la UNESCO», es una capital turística internacional de hoteles de todas las estrellas y Hostels para mochileros, agencias turísticas y Free Walking Tour a la gorra, iglesias, ropa de alpaca -hecha de sintético, 50 y 50 y «puro alpaca»-, Mc Donalds y el popular mercado de San Pedro. En esa andanza por el centro histórico fui y vine mucho rato por esa bellísima cuesta de san Blas.

Matías David López

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